Tras leer muchos libros firmados por Stephen King, un servidor cree que el autor norteamericano podría ser definido de la siguiente manera: Si bien King no es un gran escritor, es un impresionante y genial novelista. Aunque no es un gran prosista, no se estudiará su obra en los libros de lengua dentro de un siglo y a veces resulta excesivamente comercial, tiene una capacidad terrorífica para crear una historia, desarrollarla hasta darle un volumen gigantesco y mantener el ritmo narrativo en todo momento, teniendo constantemente al lector en vilo.
Esto es lo que hace King en It, la última novela suya que leí. La base argumental es, en principio, no demasiado compleja: un pueblo en el que casa cierto tiempo hay series de brutales asesinatos y un grupo de amigos que después de sufrir esos horrores se vuelven a reunir para acabar con el culpable, It. El villano de la novela es su principal fuerza. Se trata de un maquiavélico payaso cuya verdadera dimensión se va descubriendo con el paso de las páginas, desvelándose poco a poco su auténtico poder y su misterioso origen.
El mayor mérito que tiene King es el de las narraciones paralelas. En el presente de la novela, situado en 1985, se relata lentamente cómo comienza el ciclo de crímenes y la pandilla vuelve a juntarse, dejando de lado las cómodas vidas que llevan, pero al mismo tiempo narra las peripecias sufridas por el grupo en 1957, cuando eran niños. Así conocemos cómo eran los protagonistas, cómo son ahora y que les lleva a volver al pueblo maldito en el que crecieron, Derry. Y lo mejor de todo es que los clímax de ambas historias llegan de la mano, creando un final absorbente y muy emocionante.
Sin embargo, la pega que tiene la novela es que el final puede resultar un tanto desproporcionado. Da la impresión de que a King le costara controlar su propia situación, darle un final plausible. Sale airoso, pero los últimos compases de la historia no tienen la misma brillantez que el resto, un alarde de imaginación combinada con el típico lenguaje descarnado y sin censura del estadounidense y alguna que otra crítica velada a aspectos sociales como la aceptación de la homosexualidad o la reacción al maltrato doméstico. Huelga decir que el libro fue escrito en 1986, por lo que esto resulta de escasa validez al fin y al cabo.
En resumen, It es una novela típica de Stephen King, lo cual no significa que no sea una muy recomendable lectura para los amantes del género y el autor. A pesar de la deficiente traducción, no deja de ser un libro adictivo a más no poder, de esos que se devoran en poco tiempo. Como suele pasar con King, al fin y al cabo
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